En los últimos años, Zaragoza ha enfrentado un desafío único y significativo: la plaga de cotorras argentinas. Lo que en su momento fue un problema desbordante de alrededor de 1,500 ejemplares, ha experimentado una notable transformación gracias a los esfuerzos sostenidos del Ayuntamiento.
Este artículo abordará la historia de la invasión de las cotorras argentinas en Zaragoza, los métodos utilizados para controlar su población y las lecciones aprendidas en la lucha contra esta especie invasora.
La aparición de las cotorras argentinas en Zaragoza se remonta a 32 años atrás, cuando se avistó la primera pareja, probablemente debido a una liberación por parte de un particular. Sin embargo, no fue hasta el año 2000 cuando esta especie comenzó a expandirse de manera significativa, colonizando inicialmente las instalaciones del Soto, en La Almozara, y el parque del Tío Jorge. A medida que su número aumentaba, las cotorras se volvían cada vez más problemáticas, construyendo nidos de hasta 90 kilos, lo que suponía un riesgo considerable de caída de ramas de árboles.
La respuesta del Ayuntamiento de Zaragoza no se hizo esperar. A partir de 2006, los forestales municipales iniciaron un estudio exhaustivo de la especie, centrándose en sus hábitos de reproducción, alimentación y construcción de nidos. Descubrieron que cada pareja de cotorras argentinas realizaba una puesta de entre 6 y 8 huevos al llegar el primero de mayo. Para frenar la reproducción, se implementaron diversas estrategias, incluido el pinchado de huevos con agujas para eliminar embriones.
A pesar de estas medidas, el censo de cotorras adultas apenas disminuía, alcanzando un máximo de 1,500 ejemplares en 2011. La situación comenzó a cambiar en 2013, cuando una ley ordenó el control de especies invasoras. Esto permitió la eliminación selectiva de adultos, autorizando incluso el uso de escopetas de aire comprimido. A pesar de la controversia, esta medida resultó eficaz y condujo a la eliminación de 853 cotorras en 2015 y 561 en el año siguiente.
Alberto Esteban, jefe de la Unidad de Agentes de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Zaragoza, ha destacado la eficacia de las estrategias utilizadas. En el marco del Congreso Nacional de Medio Ambiente, explicó que el control de aves invasoras ha combinado técnicas selectivas y poco costosas, como el control de puestas, el pinchado de huevos y la eliminación de ejemplares adultos mediante disparos.
Según Esteban, Zaragoza ha logrado controlar el 100% de las más de 5,000 cotorras argentinas censadas en 2011, así como unos 500 nidos que representaban un riesgo para los ciudadanos. Aunque reconoce la dificultad de convencer a algunas personas, insiste en la importancia de concienciar sobre el daño económico, ambiental y humano que estas especies pueden causar.
El fenómeno de las cotorras argentinas no es único de Zaragoza, sino que se extiende por otras ciudades españolas. Joan Carles Senar, vicepresidente de la Sociedad Española de Etología y Ecología Evolutiva, destaca cómo las ciudades se convierten en laboratorios evolutivos, evidenciando cambios rápidos en las especies adaptadas a entornos urbanos.
La expansión de las cotorras argentinas y otras aves en las ciudades se atribuye a su capacidad para aprovecharse de la abundancia de alimentos proporcionada por los humanos. Se alimentan de desperdicios urbanos, adaptándose a una dieta poco saludable que afecta su salud individual pero impulsa la expansión de la especie.
A pesar de los éxitos en el control de la población de cotorras argentinas en Zaragoza, persisten desafíos y preguntas sobre la convivencia de estas aves en entornos urbanos. Expertos como Dailos Hernández-Brito señalan que se han probado varios métodos de control con resultados limitados y desiguales en diferentes regiones de España.
El debate sobre la ética y la efectividad de los métodos de control, como el uso de escopetas, continúa. Sin embargo, la experiencia de Zaragoza ofrece lecciones valiosas sobre la importancia de la concienciación pública, la adaptación de estrategias y la aplicación de medidas selectivas para controlar las poblaciones de especies invasoras.
El caso de Zaragoza destaca como un ejemplo de éxito en la gestión de una plaga de cotorras argentinas. A través de un enfoque integral que combina la comprensión científica de la especie con medidas de control selectivas, la ciudad ha logrado revertir la proliferación de estas aves invasoras.
Sin embargo, este logro no carece de desafíos y controversias, lo que destaca la necesidad continua de evaluar y ajustar las estrategias de manejo de poblaciones invasoras en entornos urbanos. La experiencia de Zaragoza proporciona valiosas lecciones para otras ciudades que enfrentan problemas similares, subrayando la importancia de la colaboración entre la comunidad, los expertos y las autoridades para alcanzar soluciones sostenibles.